Como saben de mi pasión por la gastronomía de su país, la gente de Primavera Trujillana Express (hacer click) - un delívery de comida peruana ubicado en la zona de Nuñez y del cual ya les he hablado anteriormente - cada tanto me regalan algún ingrediente típico de los que utilizan para elaborar su deliciosa comida. Y esta vez, además de ajíes y papa amarilla, me dieron unos potentes pimientos frescos que llaman Ají Rocoto. Aquél que en el norte de Argentina y Bolivia es conocido como Locoto - del quechua rukutu o luqutu -, chile de cera, chile manzano (nombre utilizado en México) o perón.
No caben dudas que su origen es americano, y aunque se han encontrado bayas secas en el Perú que datan de mas de 2.000 años de antiguedad, aún se discute si su procedencia es sudamericana o centroamericana. Lo cierto es que en la zona Andina – Perú y Bolivia – es donde más se lo puede ver y existe una mayor cantidad de variedades, tanto silvestres como cultivadas. Su color puede variar desde el rojo al verde, pasando por el naranja y el amarillo.
Se lo comercializa en su estado natural, como también en pasta y en polvo. Su fruto es bastante picante y su rango en la escala Scoville se ubica entre 100.000 SHU a 200.000 SHU. En Buenos Aires, se lo puede conseguir cada vez más en las numerosas verdulerías de dueños Peruanos y Bolivianos esparcidas alrededor de la ciudad, y con seguridad en el Mercado de Liniers y en el Barrio Chino.
Esta vez, vamos a utilizar uno de ellos combinándolos con miel, mirín, limón y sal, obteniendo una riquísima salsa agripicante que irá a las mil maravillas para sazonar por ejemplo un plato de carne de cerdo, pollo o pescado. La textura que vamos a lograr será bastante densa si la servimos en frío y un poco de ella bastará para cada uno de los comensales.