Luego de partir desde Milano y viajando alrededor de una hora en dirección hacia el norte, llegamos a Como, la antigua cuna de la seda italiana que es la puerta de entrada al maravilloso lago que lleva su nombre. Sus aguas se adentran unos 150 kilómetros entre las cumbres de los Alpes en dirección hacia Suiza y sus costas están bordeadas por más de una veintena de pequeños y pintorescos pueblos dignos de conocerse.
Ni bien llegamos a la ciudad, lo primero que hicimos fue conocer la Piazza Cavour y el paseo de la costanera. Justamente estaba despegando uno de los hidroaviones que permiten a los turistas obtener unas maravillosas vistas panorámicas del lugar, aunque también se puede optar por subir en funicular al Monte Brunate para observar todo desde las alturas.
Estaba un poco contrariado porque el tiempo no acompañaba demasiado, pero a poco de agudizar la vista me di cuenta que era una excelente oportunidad para tomar maravillosas imágenes...
De repente comenzó a llover, así que decidimos que lo mejor sería dar una vuelta por el casco histórico. Il Duomo, de visita obligada, es la construcción más importante del lugar.
A medida que se acercaba la noche, las luces que se reflejaban en la piedra mojada le daban al lugar un encanto muy particular...
Es un verdadero placer recorrer estas callecitas, llenas de negocios, restaurantes y bares...
Para terminar nuestra recorrida, nos acercamos nuevamente al lago a presenciar el crepúsculo y vimos como miles de luces comenzaron a adornar las montañas....
A poco de andar, nos topamos con Villa Olmo. El imponente palacio de estilo neoclásico fue ideado para ser el lugar de veraneo de la aristocracia de la época. Su construcción se inició en el año 1797 por un encargo que el marqués Innocenzo Odescalchi le hizo al arquitecto suizo Simone Cantoni.
Se llamó así en honor a un olmo que se había plantado en medio de sus jardines, pero que lamentablemente no está vivo en la actualidad. En 1924 fue adquirido por el municipio de Como y hoy está abierto al público sólo durante las exposiciones, mientras que los jardines junto al lago son de acceso libre durante el día.
Al día siguiente, amanecimos dispuestos a recorrer la costa del lago y visitar sus hermosos poblados como Lecco, Dongo, Cadenabbia, Varenna, Cernobbio, Colico, Tremezzo, Menaggio y Bellagio al cual le dedicaremos una publicación especial.
En cada lugar que parábamos había miradores que nos regalaban unas vistas maravillosas.
El lago es el sitio de veraneo preferido de la aristocracia de la Lombardía desde el siglo XVIII, aunque en realidad deberíamos remontarnos un par de milenios atrás, cuando el emperador romano Trajano y su cronista, Plinio el joven poseían sus mansiones en Bellaggio y en Como.
Durante la recorrida fuimos descubriendo majestuosas mansiones enclavadas en jardines aún más espectaculares. Aquí tienen o han tenido sus casas de veraneo muchísima gente famosa, entre los que se destacan estrellas de Hollywood como George Clooney, Madonna y Silvester Stallone, los automovilistas Fernando Alonso y Michael Shumacher, la diseñadora Donatella Versace y hasta el mismísimo "cavaliere" Silvio Berlusconi.
Casi saliendo del pueblo del pueblo de Tremezzo, nos encontramos con la entrada de Villa Carlotta.
La villa fue construida a finales del s. XVII. A pesar de su gran magnificencia , es muy sobria en comparación a los cánones arquitectónicos más barrocos de aquella época. Se divide en tres plantas ( dos de los cuales se puede visitar hoy en día).
En 1850 el edificio pasó a ser propiedad de la princesa Mariana de Orange-Nassau , que luego se la donó a su hija Carlota como regalo de bodas, cuando se casó con Jorge II, duque de Sachsen-Meiningen. De allí viene su nombre actual.
El esposo de Carlota era un apasionado por la botánica, y se esforzó para hacer el magnífico jardín que hoy cuenta con más de 500 especies de plantas y es de gran interés histórico y arquitectónico.
En el parque hay pérgolas con cítricos y más de 150 variedades de azaleas. También adornan el lugar antiguas camelias, glicinas, cedros, secuoyas, plátanos y lás más variadas especies exóticas.
En su interior posee una valiosa colección de obras de arte y si uno se acerca a sus enormes ventanales, puede divisar a lo lejos la increíblemente bella ciudad de Bellagio, que visitaremos más adelante.
Si dirigimos nuestra mirada hacia abajo nos toparemos con los prolijos hermosos dibujos del jardín de entrada a la villa.
No se pierdan la segunda parte de este viaje por el lago...