Viene de la Parte I
Seguimos recorriendo esta magnífica región alpina del norte de Italia partiendo de la ciudad de Canazei. Y por un camino serpenteante fuimos ganando altura en la montaña hasta llegar a la base del Paso Pordoi a 2.239 metros sobre el nivel del mar. Estacionamos el auto y me decidí a seguir escalando a pie, hasta llegar a estos picos realmente soñados en donde la piedra se confunde con las nubes.
Es imposible explicar con exactitud la sensación que se siente en este lugar. Al contemplar en soledad la inmensidad, me sumerjo en un mundo totalmente distinto, el tiempo se detiene y deja de tener sentido, mientras todos los acontecimientos humanos parecen ser un lejano recuerdo de una vida pasada. El silencio es una entidad omnipresente que me deja en estado de éxtasis; es como si el alma se fundiera con la naturaleza y uno perdiera la consciencia del yo.
Al reanudar nuestro camino fueron apareciendo casitas y pueblos desperdigados en las montañas...
Hasta que llegamos a una pequeña ciudad de ensueño llamada Ortisei, que apenas supera los 4.500 habitantes y es la capital de Val Gardena, ubicada en el valle del río del mismo nombre.
El lugar que parece sacado del cuento de Hansel y Gretel. Todo está cuidado con un esmero y prolijidad que asombra.
Las flores están presentes en cada una de las ventanas y balcones de las hermosas construcciones alpinas.
Hay bellísimos hoteles que son frecuentados por una gran cantidad de turistas que principalmente van a aprovechar la temporada invernal de esquí.
Como empezó a llover con más intensidad, aprovechamos a detenernos en este café para tomarnos un capuccino acompañado de una deliciosa tarta de manzana.
Casi estaba terminando, cuando de repente me visitó un pequeño e insolente pajarito que sin ningún tipo de pudor se empeño en compartir mi postre.
Parece que tenía hambre porque se quedó picoteando un rato largo. Pero como bien dice el refrán: Pájaro que comió voló...
Seguimos caminando por la ciudad y admirando a lo lejos las hermosas cabañas que estaban al pie de la montaña.
Dejamos atrás Ortisei y seguimos recorriendo Val Gardena, abriéndose ante nuestros ojos unos paisajes verdaderamente increíbles. Y la verdad que las palabras sobran, así que los dejo para que los disfruten.
A medida que avanzábamos, iban apareciendo otros pequeños poblados...
Los colores de un otoño que recién llegaba, se desplegaban en una paleta de colores que iban desde el amarillo luminoso, pasando por los tonos ocres hasta llegar al rojo intenso.
Me bajé del auto, comencé a caminar por un valle contiguo a la ciudad de Colfosco, volviendo a experimentar una sensación sobrecogedora, mirando extasiado los árboles que adornan los picos rocosos que había a mi alrededor...
Y me encontré desperdigadas pintorescas casillas de madera que servirán el refugio perfecto para el momento en que la nieve lo cubra todo...